Felices como asesinos

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Sinopsis de Felices como asesinos

El 26 de febrero de 1994, tras una errática investigación, la policía descubre enterrados en el jardín de Fred y Rosemary West los restos de su hija Jeather.

El matrimonio ya había sido denunciado hacía unos cuantos años por una joven que había trabajado como canguro en su casa, y que fue secuestrada, torturada y sometida a todo tipo de ultrajes y vejaciones, pero el procedimineto se había resuelto con una multa a los West y poco más.

Pero ahora, en el atroz rompecabezas que componen los huesos de Heather, hay un tercer fémur que no le pertenece. Las excavaciones continuarán, y en los días siguientes, aparecen los restos de otras ocho mujeres en el jardín y en el interior de la casa de los West, que los periódicos bautizarán como «la casa de los horrores».

Gordon Burn reconstruye las vidas de los West desde su infancia, los sitúa en el tejido social, los va siguiendo en sus mudanzas, en sus relaciones, en la progresiva cristalización de un universo de pesadilla lleno de rituales obscenos, en la constitución de esa esperpéntica familia que vivió durante años rodeada de vecinos en una pequeña ciudad de Inglaterra, sin que nadie viera nada, oyera nad, dijera nada.

Reseña de Felices como asesinos

Ya no tengo paciencia para leer estas cosas. Si fuese la narración de los hechos, vale, pero es que al llegar a la mitad del libro todavía no habíamos entrado en materia propiamente. Empieza con la vida, desde que nace, y con la vida de parte de sus ancestros, de la «primera» víctima que denunció a los asesinos.

Hace dos años que lo compré pero, tenía tanto que leer, que no lo empecé hasta ahora; y ahora ya no me apetece leer cosas tan desagradables.

Cuidado, no estoy diciendo que sea un mal libro, sólo mi reacción al leerlo. En definitiva, lo dejé a la mitad.

Reseña actualizada 2020

Normalmente no me ocurre, pero esta vez me piqué. Sobre todo por el tono del comentario: “Menuda reseña, chico”. Bien, yo no soy un chico, soy una señora que va a cumplir sesenta años y me parece poco respetuoso que me traten de chico. El caso es que me piqué y decidí intentar leer el libro otra vez. De hecho, no lo leí, lo estudié. Y mi primera impresión no ha variado. 

En principio, me dije, ¿será por la traducción?. Pero lo descarté porque si fuese por eso sería mucho peor de lo que me parece. 

El libro está mal, muy mal. Mal organizado, mal narrado. Al final no te enteras de nada. Es una biografía, mal escrita, de ambos asesinos. Cronológicamente hablando falta un hilo conductor. Salta continuamente de unos años a otros, y cuando parece que coge carrerilla para contarnos los asesinatos, resulta que vuelve atrás. De hecho, hay veces que no sabes si el matrimonio está en Escocia o de vuelta en Gloucester. Es repetitivo hasta la saciedad. 

Nunca, en toda mi vida, he subrayado libros, pero este no se merecía otra cosa. No sólo es, cronológicamente hablando, indescifrable. Es penoso. Repite párrafos enteros en diferentes situaciones. Me niego a creer que sea una figura literaria. Incluso se repite dentro del mismo párrafo (descripciones de cómo torturaba Rose  a Charmaine y Anne Marie).

Incluso pensé en comprarlo en inglés y leerlo, pero me di cuenta de que eso no iba a mejorarlo. Lo que está mal escrito no lo mejoran las traducciones así que pensé que estaba así de mal escrito originalmente.

Antecedentes hasta hartarse de la primera víctima que denunció a los asesinos; así empieza. Primer error.

La historia de la casa de Cromwell Street. Me importa un bledo quién era el propietario antes de llegar los asesinos, ni cómo vivían ni nada. Segundo error.

Después nos cuenta la vida, mezclada, del matrimonio. Salta de uno a otro sin solución de continuidad. Cuesta seguir el hilo. Tercer error.

A partir de aquí es un despendole, repetitivo e infumable.

Repite hasta la saciedad detalles que no vienen a cuento, a no ser que seas psicólogo: la manía de coleccionar herramientas de Fred West, los malos tratos de Rose hacia las hijas e hijos, los clientes negros de Rose y lo mucho que eso le ponía a Fred, etc., etc. No hace falta repetir todo varias veces, con una, si estuviese bien escrito y estructurado, es suficiente.

No hay una cronología de lo ocurrido, por lo menos, de lo que se sabe que ocurrió y no es un True Crime. Un true crime es Helter Skelter. Esto es un batiburrillo de notas puestas juntas. De hecho, me preguntaba, mientras lo leía si había tenido un editor. No un publisher, sino un editor. Antes de publicar los libros, las editoriales tienen editores que se encargan de que los libros sean legibles. En este caso fallaron estrepitosamente.

Como no me quedé tranquila con lo leído y no me enteré de nada, decidí, después de leer la bibliografía en la que se había basado el autor, comprar el libro Fred & Rose (en inglés). Este libro se escribió en 1995, muy poco después del juicio pero es absolutamente diferente. Por lo menos, le dedica un poco de tiempo a cada una de las víctimas enterradas en la casa de Cromwell Street. Por supuesto es especulación, pero por lo menos las menciona.

También trata de las dificultades de entendimiento de Fred West, después de sus accidentes (golpes en la cabeza y comas). Lo puta que era su señora, Rosemary, y lo mal que vivían sus hijos y la crueldad y abusos que soportaban.

Y no sigo porque no merece la pena. Gordon Burn ha muerto, y Dios lo tenga en su Gloria, pero, la verdad, es que escribió un libro que es ilegible y que monta un lío que no hay quien lo entienda.

Editorial: Círculo de Lectores
Año: 2011
ISBN 9788467242782
Título original: Happy Like Murderers

Idioma: Castellano
Formato: Impreso

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5 comentarios en “Felices como asesinos”

  1. Menuda reseña, chico. No te ofendas, pero decir que el libro no se mete en materia hasta más allá de la mitad del libro, es no entender nada. Es un libro realmente espectacular. Apto para personas que gustan del género True Crime. Pero decir lo que dices y ser lector de novela negra, no es lo mismo. La novela negra es, quitando algunas excepciones, mala. Muy mala. Esto es otra cosa. Es el caso documentado de un crimen real, y, como tal, se ha de explicar todo para que, en su conjunto, uno haga una idea de por qué actuaron como lo hicieron. Tu reseña es pobre, además. Muy pobre.

    1. Cada uno tiene su opinión y yo las respeto todas. A ti te pareció un libro espectacular y a mi me pareció espectacularmente aburrido. Creo que no se merece más reseña que la que hice.

  2. Pues siento decir que hiciste mal. Es un libro redondo y perturbador. Y que esté contado así, además, tiene un sentido: y es que, sólo así, es posible comprender por qué existen monstruos así. Más que comprender, diría yo que es intentar empatizar, objetivamente hablando, con los asesinos. Y no es baladí, lo que digo. La gracia del libro, precisamente, es entender de dónde viene tanta maldad y tanto absurdo. Porque, empatizar, digo, para con los asesinos, y entender, en la medida de lo posible, si puede entenderse algo así, es ponerse en la piel del torturador. Creo que es un libro fantástico. El mal, está ahí. Y no lo vemos porque miramos hacia otro lado. Los asesinos son personas normales, con vidas normales, y con tintes normales. Todo muy normal. Eso es lo que aterra. Si le das otra oportunidad y miras de leerlo así, te aseguro que es un libro tan, tan adictivo, que mucha gente que conozco y era reacia a leer algo así, al final dan la razón al autor. Porque él, magníficamente, lo que te está diciendo es que tú, que yo, que el otro y el de la moto, podremos fantasear con cometer delitos así. Si no lo hacemos no es porque seamos gráciles figuras inertes, sino porque tememos que nos juzguen y nos encierren. Ellos, los asesinos, no tienen esa visión del mundo que podemos tener nosotros. Son libres. Como decía Edmund Kemper, la sociedad es un atajo por donde llegar al arte esencial de matar.

    Es decir, la fantasía está ahí. Otra cosa es llevarla a cabo. Lo que nos diferencia de los asesinos, es, por ende, que nosotros vivimos dentro de unas leyes y un sistema creado para tenernos atados en corto. Ellos, sin embargo, están mucho más liberados en sí mismos. Porque no buscan agradar, sino agradarse. En fin, que es un libro muy reflexivo y del cual se puede hablar mucho más de lo que parece. El señor Gordon Braun se coronó con este libro, que es todo un clásico del true crime, ahora tan patéticamente de moda. Huye del cliché y leelo para mirar dentro de ti misma. Si te miras al espejo y te reconoces, entonces estarás perdido. Eso decía mi maestra de criminología. Es decir, todos podemos matar. La gracia es levantarse cada mañana y observar cada rasgo de nuestro rostro, apreciando los cambios que van surgiendo

    1. Pues te voy a hacer caso y le daré otra oportunidad (de hecho ya he ido a buscarlo a la estantería), aunque no estoy de acuerdo en todo lo que dices. Debes tener en cuenta que no todos, al empezar un libro, lo hacemos desde la misma perspectiva y buscando lo mismo. Parece que tú estudiaste criminología y seguro que buscas o encuentras una serie de cosas que, a lo mejor, a mí, no me interesan tanto o, incluso, me pasan desapercibidas.

      Por cierto, el caso de Edmund Kemper me parece muy interesante.

  3. Miguel Porcel

    ¿Cómo edulcorar semejante realidad? El mal es demasiado épico, esto es: pura repetición, pura metonimia. Nada de metáfora.
    El libro transita por ese desorden y por el mismo horror.

    De acuerdo con Mónica: nada que ver con la novela negra, con el café con leche de los funcionarios/lectores servido para matar el tiempo.
    Bendito sea Burn por no confundirnos a la hora de vomitar.

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